RITMOS MÁS UTILIZADOS EN LA ACTUALIDAD DEL MERENGUE MODERNO EN LAS ORQUESTAS POPULARES BAILABLES.
HISTORIA DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

Los contactos de los españoles con
los nativos de la isla fueron desde el principio conflictivos, tanto que
produjeron la progresiva, pero implacable desaparición de los nativos. Ya hacia
1560 apenas quedaban algunos grupos dispersos de indígenas, sin mayores
consecuencias para el futuro progreso de miscegenación que daría nacimiento al
hombre dominicano. A diferencia de otros países de América, Santo Domingo no
presenta en la actualidad el nuevo tipo étnico común a otras latitudes del
continente: el mestizo.
La temprana desaparición de los
naturales de la Española fue también causa que su cultura, que a la llegada de
los conquistadores atravesaba por una etapa neolítica, de cultivo intenso de la
agricultura y producción de cerámica y materiales líticos, no pasara a
integrarse por completo a la simbiosis operada más tarde con la cultura de
otros grupos foráneos.
De la cultura taína restan muy pocos
remanentes, y estos corresponden sobre todo a los aspectos materiales de la
misma. Hay que advertir, por lo demás, que varios de esos aspectos perduraron a
través del esclavo africano, quien los hizo suyos y los incorporó a sus
costumbres y hábitos de trabajo.
Así, por ejemplo, cuando los taínos
empezaban a extinguirse, los negros habían logrado ya dominar la técnica del
cultivo de la yuca y la preparación del casabe, que era el alimento básico de
aquellos. A través de los esclavos africanos, los taínos legaron a nuestra
cultura el cultivo de roza, cuya quema y tala de árboles serían luego
continuadas por los plantadores azucareros.

Otros elementos importantes de la
cultura material taina que subsistieron y aparecen hoy incorporados a la vida y
actividad cotidianas del dominicano son:
· instrumentos como la canoa, la hamaca, el caracol
usado como trompeta para dar avisos- y la cuchara de higüero;
· técnicas como el sistema de pesca denominado
barbasco o "encandilamiento", el ahumado para la conservación de las
carnes, la cestería -especialmente mediante el empleo de cuerdas de cabuya y la
petaca de yagua, el encendido de hornos de carbón, la utilización de la piel de
ciertos peces para limpiar y rayar vegetales, etc.;
· productos agrícolas como la batata, la
yautía, la jagua, el jobo, el maíz, el lerén, el maní, etc. Todos ellos forman
parte de la dieta dominicana.
El mundo espiritual del taíno apenas
dejó huellas en la cultura criolla, y las pocas muestras de ese mundo se hallan
fuertemente sincretizadas con las creencias y ritos cristiano-africanos.
Podemos citar, al respecto, la sacralización de ciertos caciques taínos,
elevados a la categoría de luases o divinidades del panteón voduísta; las
supersticiones relativas a las hachas indígenas, popularmente conocidas como
"piedras de rayo" y el mito de la ciguapa, entidad femenina que
camina con los pies al revés.
La mayor aportación del taíno a la
cultura dominicana hay que buscarla, sin duda, en el lenguaje. Numerosos
vocablos forman parte del habla criolla.
Los grupos étnicos que proporcionarán
el mayor caudal de rasgos y complejos a la cultura nacional son el español y el
africano, con una evidente e indiscutible prevalencia del primero sobre el
segundo a pesar de la opinión de algunos sociólogos e historiadores, cuya
posición antiespañola los lleva a menospreciar la preponderancia hispánica para
encumbrar las influencias ejercidas por los esclavos de distintas naciones
africanas. Esta falsa actitud ha de ser vista, sin embargo, como una reacción
frente a la ideología de la clase burguesa y españolizante, en la cual los
prejuicios raciales, unidos a una incomprensión del pasado, teñida de
etnocentrismo y que las invasiones haitianas del sigo XIX acrecentaron al
máximo, impidieron valorar justamente el rico fondo etnográfico del esclavo
africano, y, en consecuencia, sus contribuciones a la cultura vernácula.
Otra cosa muy distinta aconteció con
la visión del aborigen. El indigenismo no fue sólo un aspecto más de la
corriente romántica, que nutrió las páginas de la litera dominicana, a partir
de la obra de los hermanos Javier y Angulo Guridi, desde 1840, sino que actuó
también como filosofía de recambio en la lucha de los criollos contra la
Anexión de la República a España. La ausencia de una clara y definida identidad
cultural entre aquellos que, paradójicamente, ostentaban con orgullo su
filiación hispánica, condujo a no pocos intelectuales, en un momento en que la
metrópoli intentaba retener su centenario dominio sobre la antigua colonia, a
buscar en la cultura indígena unos valores que, infortunadamente, habían dejado
de tener vigencia casi en los albores mismos de la administración española.
No es extraño, por tanto, que las
escasas investigaciones sobre la realidad social dominicana apuntaran
exclusivamente a rescatar y valorar el folklore de ascendencia hispánica, el
cual, si en verdad es hegemónico, no constituye nuestra única veta etnográfica.
Para los hispanistas a ultranza, las tradiciones negras no se viven ni se
recuerdan. Y ni siquiera la historia las menciona. Será necesario citar al
notable afroamericanista M. J. Herkovits, quien nos dice que la persistencia de
africanismos ocupa en Santo Domingo un lugar prominente en toda América.
El proceso de colonización,
caracterizado en principio por el modo de producción minera y más tarde
-agotado éste- por el azucarero, obligó al conquistador a introducir en Santo
Domingo -desaparecida la mano de obra indígena, poco resistente al trabajo
forzado- al negro africano en calidad de esclavo.
La presencia del negro en la isla
data de los primeros años de su descubrimiento. Sabemos con certeza que ya en
1503 existían en la Española esclavos suficientes en número como para rebelarse
y huir a los montes, ya que el gobernador Ovando se quejaba de las fugas y
malas costumbres que los africanos daban a los nativos, con quienes convivían
en sus refugios apartados de los centros urbanos.
Los esclavos traídos a Santo Domingo
procedían de diversas zonas de África y, por tanto, pertenecían a culturas
diferentes. En las primeras épocas esos esclavos eran ladinos, es
decir, nacidos en España y cristianizados, pero a medida que el tráfico y
comercio se intensificaban y las autoridades de la colonia reclamaban más mano
de obra servil para las plantaciones y otros quehaceres, se permitió la
introducción de negros bozales, importados directamente de África.
El negro africano llegó, pues, a
Santo Domingo, en calidad de esclavo, y fue él quien completó, con su trabajo
forzado, la actividad del español conquistador. Es por tanto la situación de
esclavitud la que marca, como trazo fundamental, la presencia del negro en la
isla. Como esclavo, y a causa de esa situación, el negro arribó a América con
sus culturas quebrantadas. Arrancado por la fuerza de su tierra, transportado y
trasplantado a un nuevo hábitat, obligado a integrarse a una sociedad que no
era la suya y en la que se encontraba en una posición de absoluta subordinación
económica y social, el negro africano vio así destruida su organización tribal
y política, sus formas de vida familiar y, en fin, todas sus estructuras
sociales originales. Mientras el español se limitó a importar su sociedad y
civilización, no teniendo que hacer otra cosa sino adaptarlas a un nuevo medio,
la esclavitud, al desgarrar la cultura africana original, sólo permitió que el
negro trajera consigo sus creencias y valores, debiendo sujetarse, en cambio, a
una sociedad distinta a la suya e impuesta por su amo blanco.
Aun cuando el trasplante de esclavos
negros tuvo como escenario un hábitat similar al existente en la costa
occidental africana, las características singularmente dramáticas de ese
trasplante impidieron que aquellos pudieran mantener intactas sus culturas. La
sacudida violenta y atroz que significó para ellos su desarraigo solar, y el
régimen de opresión a que fueron sometidos, ni siquiera les dejó utilizar
enteramente sus técnicas en relación con el nuevo ambiente. De ahí que, en la
actualidad, tal como dice Bastide (1969), no puede hablarse de civilizaciones o
culturas africanas en América, sino de culturas negras o más bien de rasgos,
restos de esas culturas.
Varias décadas han transcurrido desde
la aparición de la obra de Nina Rodríguez, y mientras a lo largo de ese tiempo
un número considerable de especialistas han venido dedicándose en otros países
a estudiar los vestigios o remanentes culturales negroafricanos en el Nuevo
Mundo, en Santo Domingo las aportaciones del hombre de color continúan siendo
ignoradas en gran parte. Hasta hace poco, y sólo de pasada, se hacía
referencia, si bien en términos peyorativos, a ciertos aspectos del África
"salvaje" y "supersticiosa" incrustados, como un tumor
maligno, en las entrañas del alma dominicana, y aún así esos aspectos fueron
siempre vistos como extraños y producto de aciagas circunstancias históricas.
Para los afroamericanistas, Santo
Domingo constituye un campo de trabajo fértil y virgen, no sólo por la escasez
de investigaciones realizadas hasta hoy, sino por las excelentes y envidiables
condiciones sociológicas que el país ofrece.
En efecto, la población negra y
mulata existente en Santo Domingo, es el resultado de diversas migraciones:
1) las procedentes directamente de África, ocurridas
en la época de la colonia. Estas migraciones comienzan en los años iniciales
del siglo XVI y se continúan prácticamente hasta el siglo XVIII.
El mito de la escasez de mano de obra
negra, sustentado calurosamente por los hispanistas a ultranza, no resiste el
más somero análisis de las fuentes históricas. A partir de la primera mitad del
siglo XVI la población de color era tan numerosa y los cimarrones pululaban por
todos los puntos de la isla con tan desparpajo que la Corona española se vio
obligada a dar instrucciones a las autoridades de la colonia con el fin de
doblegar a los rebeldes. La abundancia de esclavos africanos mereció que
Fernández de Oviedo (1959) dijera que La Española era una copia fiel de África.
2) las migraciones de esclavos fugitivos desde la colonia francesa de la
parte occidental de la isla, compuesta generalmente de
negros fugitivos, huidos de los rigores de sus amos, y que nutrieron la colonia
española desde la época inicial del establecimiento de los franceses en la
isla.
Estos esclavos provenían directamente
de África, y en ciertos casos llegaron incluso a formar comunidades como la de
San Lorenzo de los Mina, que es hoy barrio o sector de la ciudad de Santo
Domingo.
3) los llegados de otros puntos de las Antillas, sobre todo de las Menores, ya dominadas por franceses, ingleses, holandeses, etc.
Más modernamente, ya en el período
republicano, la afluencia de negros a Santo Domingo continuó en gran número.
Cabe citar:
4) el tráfico de trabajadores negros desde las Antillas inglesas en el primer tercio de este siglo para laborar en los ingenios
azucareros del este de la isla, y cuyos descendientes se conocen hoy entre
nosotros con el nombre de cocolos
5) la inmigración de ex esclavos norteamericanos, propiciada por el presidente haitiano Boyer a partir de 1822, cuando
logra el control de toda la isla. Estos inmigrantes se avecindaron en Puerto
Plata y la península de Samaná. Si bien la inmigración concluyó pronto, los
descendientes de esos ex esclavos constituyen en la actualidad un grupo étnico
y cultural bien definido y son objeto de interés por parte de varios
antropólogos norteamericanos.
6) la numerosa mano de obra importada desde Haití, y cuyo flujo prosigue hoy, la cual se ha incorporado en gran parte a
la población dominicana, ya legal o ilegalmente.
Todas esas migraciones han
contribuido grandemente a aumentar los distintos procesos de transculturación
operados en Santo Domingo desde los primeros días de la esclavitud.
Remanentes culturales africanos se
observan en Santo Domingo en muy diversos aspectos: música, baile, creencias
mágico-religiosas, cocina, economía, diversiones, hábitos motores, lenguaje,
etc. Un estudio pormenorizado de esos remanentes está todavía por realiza a
pesar de los intentos parciales llevados a cabo hasta ahora por algunos
investigadores. Es necesario además precisar la procedencia tribal de los
esclavos, y una historia más documentada de la esclavitud en Santo Domingo debe
emprenderse de inmediato.
Veamos a continuación, en forma
sumaria, los principales vestigios negroafricanos presentes en la cultura
dominicana actual.
Tal vez la mayor influencia del
esclavo africano se observe en la música y baile. Tal influencia se origina en
las danzas, que como la calenda, se practicaban en Santo Domingo, como en otros lugares de América,
desde los años iniciales de la esclavitud. Debemos al padre Labat, quien viajó
por las Antillas en el siglo XVIII, una descripción bastante minuciosa de la
calenda.
De esta danza derivan, según
investigaciones realizadas por el folklorista Fradique Lizardo, varios de
nuestros ritmos populares. Uno de los más generalizados de todos es los palos, nombre con que se designa tanto al
ritmo como a los membranófonos utilizados. Ritmos nacionales de obvia impronta
africana son la sarandunga, los congos, la jaiba, el chenche matriculado, etc. La salve, que al decir de la etnomusicóloga norteamericana Martha Davis, es la
más típica de los géneros tradicionales dominicanos, presenta dos estilos: uno
claramente español, amétrico y antifonal, y otro polirrítmico, fuertemente
hibridado entre lo español y lo africano. Entre los instrumentos de origen
africano cabe citar los palos, el balsié, la gallumba, etc.
La música popular dominicana está íntimamente
ligada a la cultura religiosa, y se interpreta sobre todo en las llamadas fiesta de santos, conocidas también, según la
zona del país, como velaciones, velas o noches
de vela. Otros ritmos populares son de evidente origen español, como
la mangulina y el carabiné.
Las creencias mágico-religiosas
dominantes entre las capas campesinas y populares dominicanas reflejan el
sincretismo cristiano-africano operado desde los tiempos de la colonia.
El vodú dominicano es de obvia procedencia haitiana, pero sus rasgos y
complejos se muestran degradados en Santo Domingo. Al panteón voduísta criollo
se han incorporado muchas divinidades o loas nativos. El rasgo
más característico del vodú dominicano es el que lo relaciona directamente con
la actividad mágica. Las correspondencias entre los loa y los
santos católicos son similares a las haitianas.
La magia dominicana es también una
mezcla heterogénea de creencias y ritos africanos y europeos, estos últimos
especialmente españoles. Animales míticos como el bacá y el galipote proceden
de Haití. Las clásicas brujas y las características que las rodean son
españolas. De Europa nos viene la superstición del mal de ojo, la
supuesta existencia de lugarús (loup-garou) y numerosos hechizos y
encantamientos, amén de la mayoría de las artes adivinatorias.
Los ritos funerarios contienen muchos
rasgos de ascendencia africana que son compartidos con otros países de América.
Un ejemplo típico es el baquiní o velorio del angelito.
En el campo económico destacan las
diversas instituciones de ayuda mutua, existentes tanto en los campos como en
las ciudades. En los medios rurales, estas instituciones se presentan en forma
de agrupaciones de campesinos que se reúnen para colaborar en determinadas
faenas agrícolas, como siembras, talado de bosques, preparación del terreno,
etc. Reciben el nombre de juntas o convites y presentan características similares al combite haitiano, estrechamente
emparentado con el dokpwe de los fon de
Dahomey. Dichas faenas se acompañan de cantos e instrumentos musicales que
sirven de estímulo y coordinación en el trabajo. Todos los miembros de una
junta están obligados a reciprocar la ayuda prestada y colaborar en las labores
de los demás. Al finalizar la jornada se celebra una fiesta que corre a cargo del
propietario del terreno.
Otra institución de ayuda mutua, de
origen africano, es el sistema de crédito rotativo que se conoce con el nombre
de san y que corresponde al Esusu yoruba. Como en
Nigeria y otras partes de Afroamérica, el san lo integran
preferentemente mujeres. Consiste, como es sabido, en el establecimiento de una
caja común a la que cada participante del san contribuye con
una suma mensual o semanal. Cada socio recibe, en forma rotativa, el valor
total de la caja, empezando por el que la organizó.
La cocina dominicana contiene
productos y platos de procedencia africana. Entre los primeros figuran el
guandul, el ñame y el funde. Platos típicamente africanos parecen ser el mofongo,
preparado a base de plátanos verdes y, derivados de la cocina cocola, el fungí y
el calalú. Una bebida común entre los esclavos negros era el guarapo, que se saca del jugo de caña de
azúcar.
De los cocolos descendientes
de los inmigrantes negros de las Antillas británicas nos vienen ciertas
diversiones como las practicadas por losbuloyas o Guloyas y los Momís, ambos de la ciudad oriental de San
Pedro de Macorís. Los primeros, según la opinión más generalizada, son grupos
de máscaras que representan, aunque en forma muy degradada, escenas del combate
bíblico entre David y Goliat. Los segundos son un remanente de las tradiciones
inglesas del Mummer's Play, traído a las islas antillanas por los
colonizadores británicos, obras dramáticas que se escenificaban en Navidad.
Los momís, según Martha Davis, tienen un aspecto carnavalesco en el
que se advierten influencias africanas, sobre todo en los trajes y el
comportamiento de sus integrantes.
Ciertos juegos infantiles practicados
hasta hace poco han sido reportados por el investigador Veloz Maggiolo como de
origen africano. Son ellos el fufú, formado por un botón grande y un hilo que se pasa por dos orificios de
dicho botón; las castañuelas de palitos; la bocina, fabricada con una caja de
fósforo y la "cajita".
La influencia africana en el lenguaje
dominicano no es muy significativo, pero aún así es posible rastrear numerosos
vocablos importados por el esclavo negro y que se han incorporado al léxico
popular. Una gran parte de esos vocablos es común a otros países antillanos,
como Cuba y Puerto Rico. Citamos, entre otros, las voces bemba, bachata,
guineo, quimbamba, añangotarse, etc.
Si la cultura dominicana es una
simbiosis rica y dinámica de distintas influencias -indígena, negra, española-
conviene preguntarse en qué momento de la historia de Santo Domingo comienza a
producirse esa simbiosis. La respuesta no es fácil y para encontrarla habría
que remontarse, tal vez, a los comienzos del siglo XVIII, cuando lo que Veloz
Maggiolo denomina el "sentido del criollismo", empieza a surgir a
partir de las devastaciones del gobernador Osorio, hecho que condujo, a la
división de la isla en dos colonias.
El término criollo,
aplicable en sentido general a todo lo originario de los países americanos,
estaba reservado exclusivamente, a partir del siglo XVI, para denominar a los
hijos y nietos de africanos nacidos en estas tierras. El documento más antiguo
que atestigua la presencia de esa palabra se encuentra en el testamento de Juan
de Castellanos, en la parte que hace relación a los esclavos domésticos,
propiedad de este autor. En esa relación aparecen los nombres de varios
esclavos domésticos, como "Ambrosio, negro criollo"; "Andrés,
criollo de Santo Domingo", etc. (Álvarez: 1974). En 1590, el padre Acosta
lo utiliza para nombrar a los nacidos de españoles en Indias, y el Inca
Garcilaso de la Vega lo aplica indistintamente a los españoles y negros. Ya en
el siglo XVIII el adjetivo criollo designa a todos los nacidos en América, no
importa la casta o mezcla de donde provengan. Se exceptúan de este calificativo
a los descendientes de indígenas.
El criollo, o nacido en América,
inició así un proceso de adaptación a la tierra y al clima que lo obligaron a
rechazar la cultura de sus mayores para crear otra más acorde con su medio
ambiente. Ese vivir diferente es el que da origen a la cultura criolla, distinta
por tanto a la de los europeos que siguieron llegando al Nuevo Mundo.
Existe documentación que prueba que
en ciertas zonas americanas, como en México, esos matices culturales
diferenciales son ya observables en las postrimerías del siglo XVI. Un ejemplo
evidente lo tenemos en la obra de Juan de Cárdenas, médico sevillano que en su
obra, editada por primera vez en 1950, se refiere a las novedades que en
cuestión de modales, expresiones verbales y actitudes mentales distinguen al
nacido en Indias del "cachupín venido de Indias".
El proceso de formación de la cultura
dominicana, que puede situarse a partir del siglo XVII, responde pues a la
necesidad del criollo de adaptarse al hábitat donde vive y es el resultado de
un largo y prolongado mecanismo de transculturación que se inicia sobre todo a
partir de la cultura española, lógicamente predominante, a la que luego se
mezclarán ingredientes procedentes de la aborígen y africana.
A estos ingredientes habría que
añadir los derivados de etnias y nacionalidades de inmigración reciente, como
la árabe, la asiática y la judía, si bien esta inmigración no es muy
significativa en el proceso de criollización cultural.
¿Pertenece la cultura dominicana a lo
que se conoce como el "área cultural" del Caribe? La expresión
"área cultural" es un artificio inventado por los antropólogos para
designar un espacio geográfico dentro del cual conviven pueblos que presentan
culturas más o menos parecidas. Ahora bien, lo que llamamos "Caribe"
ha sido delimitado de diversas maneras. Ciertas clasificaciones hacen
comprender en él solamente a las islas que bañan el mar de las Antillas y el
Atlántico, pero otras incluyen Centroamérica y la costa norte de Sudamérica.
Por otra parte, lo que Wagley denomina "la esfera de la Plantación", cuyos
rasgos define a partir fundamentalmente del Caribe, abarca no sólo las zonas
señaladas, sino también el sudeste de los Estados Unidos.
Es obvio que la cultura dominicana en
nada se asemeja a la centroamericana, ni a la del sudeste norteamericano, y los
rasgos que comparte con los países de la costa norte de Sudamérica son bien
pocos. Habría entonces que delimitar el espacio del "área cultural"
del Caribe, para que en él pudiese tener cabida la cultura dominicana a las dos
Antillas: las mayores y las menores. Pero las primeras incluyen a Jamaica, cuya
cultura es muy diferente a la nuestra, y en cuanto a las segundas, colonizadas
por diversas potencias europeas, apenas es posible observar ciertos rasgos
comunes. Tal vez los dos únicos países que más se parecen culturalmente al
dominicano sean Puerto Rico y Cuba y, en menor medida, Haití.
Por otra parte, la "esfera de
plantación" o afroamericana señalada por Wagley (1968) abraza el noreste
del Brasil, la Guayana francesa, Surinam, Guyana, la costa caribeña de América
Central, el Caribe y el sudeste de los Estados Unidos. El propio Wagley ha
sumarizado los rasgos comunes a esta región, de los cuales los más importantes
son: monocultivo bajo el sistema de plantación, estructura social rígida,
sociedades multirraciales, débil cohesión comunitaria, pequeños propietarios
campesinos bajo el régimen de subsistencia y régimen familiar de carácter
matrifocal, todo ello influido por supervivencias negroafricanas tanto en el
folklore como en las creencias religiosas.
Qué rasgos de los indicados se
encuentran en Santo Domingo es difícil de indicar, pero parece que una
estructura social rígida no es aplicable a la cultura dominicana y la
matrifocalidad de nuestra familia es muy discutible. Grupos como los Bush Negro
de Surinam y la Guayana francesa o los Caribes Negros de St. Vincent, son
totalmente ajenos, culturalmente hablando, al pueblo dominicano.
Si existe una cultura del Caribe en
la cual esté incluida la dominicana es requisito obligatorio definir
previamente cuál es el espacio geográfico implícito en ese término y qué se
entiende por esa cultura.
Danza Ritual de Palos o Atabales
Esta danza íntimamente ligada a la celebración de los luases, aunque no es la única en que se practica. La versión presentada permite apreciar a los Reyes Los Palos, que son el que es la más extendida geográficamente y todo dominicano la conoce.Hay lugares que se han desatado más, como son: San Juan, Cabral, Barahona San Francisco de Macorís, Cotuí, La Vega, El Seibo e Higüey. Es un baile de una sola pareja que es rodeado por espectadores que se agrupan alrededor, hay derecho a improvisar y bailar hasta que alguien les toca el hombro, indicándoles con esto su deseo de sustituirlo. La coreografía debe variar hasta final, casi siempre la mujer es la que pone el baile, para que el hombre la siga y no se salen de de los patrones ya establecidos.
Oli, Oli, Oli
Comparsa del carnaval de Samaná, de gran fuerza escénica, que difícilmente puede olvidarse una vez vista. Es baile interpretado únicamente por hombres, los cuales llevan unos garrotes con los que golpean el piso durante las evoluciones del baile. Luego suben a algunos de los practicantes en dos de los garrotes y el que logre mantenerse arriba será paseado en hombros por los demás,a la vez que se entona un aire con palabras de patois de la península. Fue escogido por Fradique Lizardo, para ser presentado en la noche final de Miss Universo de 1977.
Baile de las Cintas
Versión de Nibaje (Santiago) de este baile cuya extensión puede decirse con propiedad que es mundial. Es baile carnavalesco, alegre y festivo, durante el cual los practicantes se acompañan con el toque de palillos.
Carabiné
Bailes de grupo circular que presenta numerosas figuras, las cuales son ordenadas por un bastonero quien dirige a los danzantes. Los instrumentos usados son el cuatro y guitarra además el baslsie. Los inmigrantes Canarios trajeron sus bailes y costumbres, notamos que la coreografía del carabine se parece a la de los bailes Canarios. Suponemos que los haitianos vieron bailar a los moradores de San Carlos y quisieron aprender dicho baile. Se logra un baile híbrido con coreografía Europea y ritmo Africano.
Magualina
Baile propio de la región sureña del país. Se practica inmediatamente después Carabiné, por lo cual recibe también el nombre de "Cola". Este baile no se brinca ni tiene figura alguna, pues no es más que la versión criolla del vals.
Comparsa de carnaval que constituye uno de los legados de los cocolos a nuestra cultura. Baile de gran fuerza y esplendor que, por su ritmo, traje y coreografía, constituye uno de los elementos más vistosos e impresionantes de nuestro carnaval.
Ga-Gá
Conjunto de bailes carnavalescos que, aunque altamente erótico, no es obsceno- no ni pornográfico, ya que el erotismo en el mismo cumple una función de invitación a la vida y al renacimiento de la naturaleza. Consta de los bailes siguientes:
Paseo - Preparación para ejecutar la ceremonia
Baile de los Reyes de Loaladi - Es el simbolismo de la primavera
Baile de la Muerte - Una muñeca de tamaño natural representa el mal, al cual hay que alejar para que reine el bien.
Baile de los Heraldo del bien y la alegría - Se proclama la desaparición del mal y se invita a todos a participar.
Salida - El grupo se aleja, buscando otro lugar donde hacer de nuevo la representación.
Caín y Abel
Simpática comparsa de carnaval de algunas ciudades del Norte del país, en la cual se escenifica la muerte de Abel a manos de Caín. La hacen dos personas que llevan el diálogo cantado.
Polka
En Santo Domingo se ha creado una versión de la Polka que, aunque sigue en principio la línea tradicional europea, ha buscado soluciones propias que se adaptan a los instrumentos que la interpretan.
Mazurka
Este baile, cuando estuvo en boga en Santo Domingo, llegó a ser tan ampliamente extendido que el pueblo se compenetró completamente con el mismo, creando una versión dominicana.
Bamboula
En esta danza se encuentran unidos elementos muy diversos, pues su coreografía evoca los movimientos de las más puras danzas cortesanas del siglo XVIII, que contrastan con el ritmo netamente africano de los tambores y los mandos de las figuras, dados en un dialecto del francés que refleja el hablado en la Luisiana a principios del siglo XIX. Esta danza ritual se practica únicamente en la Península de Samaná con motivo de la Fiesta de San Rafael.
Danza ritual de innegable de origen negro. Se practica únicamente en el poblado de Villa Mella y en San Lorenzo los Mina, con motivo de las fiestas del Espíritu Santo. Es danza coreográfica muy simple, pero hermosa.
Sarandunga
Este es el nombre de una fiesta ritual, en la cual la población negra de Baní celebra el sortilegio de verano, asociándolo a San Juan Bautista. Durante la fiesta se interpretan tres danzas y una procesión, las cuales son:
Jacana: Es la danza de las personas mayores. De las tres danzas de la fiesta es la que posee mayor cantidad de figuras. En el montaje que de la fiesta de la Sarandunga hace el BFD, la Jacana es el baile que introduce a los danzantes al escenario.
Capitana: En un principio esta danza debería sólo bailarla la dueña de la imagen del santo, pero se ha hecho extensiva a los espectadores.Se caracteriza por el pañuelo blanco que agitan los danzantes.
Morano: Es la procesión en la cual e pasea la imagen de San Juan Bautista por la calles de la ciudad.
Bomba: En realidad Bomba y Capitana, tienen el mismo ritmo, lo que induce a pensar que, aunque se conserven los nombres y figuras de ambas danzas el ritmo de una de ellas se perdió. Pero no obstante los danzantes adoptaron las figuras de la una al ritmo de la otra. Fue rescatada por Fradique Lizardo tras una intensa labor de investigación.
Es el baile considerado nacional por ser conocido de todos y de todos querido. Según algunos, es el prototipo del baile ciabaeño, pero otros aseguran que es de la "línea". Aunque la propagación comercial le ha agregado un gran número de adulteraciones, el Ballet Folklórico Dominicano ha preparado una composición coreográfica donde se presenta el merengue con toda su pureza. La figura central interpreta el "Merengue Campesina", recogido por Fradique Lizardo más recientemente en Licey al Medio (Provincia de Santiago de los Caballeros).
Baile de la yuca
Es un baile practicado en el mismo centro geográfico del país. Al parecer es de ritmo africano con coreografía europea, probablemente de un baile de aceituneros de la provincia de Jaén (España). El nombre de yuca nada tiene que ver con la planta del mismo nombre sino que proviene de los Djukas bantúes (Africa). Es un baile que presenta dos variantes: una cuadrada, recogida por Edna Garrido y otra redonda, recogida por Fradique Lizardo.
El Carnaval Dominicano es una de las
tradiciones más coloridas y celebraciones más alegres de la República
Dominicana. En el mismo participa todo el pueblo, que se lanza a las calles a
disfrutar, compartir y celebrar con alegría.
Su mayor intensidad ocurre a finales
del mes de febrero en su último fin de semana, aunque dependiendo de la región,
se celebra todos los fines de semana del mes de febrero e incluso hasta inicios
de marzo. Existen otras fechas particulares en las que algunas poblaciones
celebran carnavales aislados, pero con la misma creatividad y entusiasmo
mostrado en febrero por toda la nación.
Pero es febrero el mes de Carnaval en
la República Dominicana y el júbilo y la celebración masiva en las calles y
clubes sociales son el sello que distingue estas fechas.
En la celebración del Carnaval
Dominicano se aprecia, en particular en los atuendos y disfraces, una mezcla
muy variada por regiones de elementos y tradiciones africanas traídas por los
esclavos transportados al Nuevo Mundo y las costumbres y ropajes europeos de
sus amos y colonizadores.
Se confunden en las festividades los
diablos cojuelos, con sus trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y
cencerros, que ridiculizan a los señores medievales, con los platanuses y otros
disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la
creatividad popular.
El Carnaval es la fiesta popular de
mayor tradición de República Dominicana. Se produce desde la colonia, en
víspera de la cuaresma cristiana, cuando los habitantes de Santo Domingo se
disfrazaban como un remedo de las carnestolendas europeas.
Si desde el siglo XVI «hubo máscaras
en la ciudad de Santo Domingo», lo cierto es que la tradición colonial creció
con las gestas republicanas del 27 febrero de 1844 y del 16 agosto de 1865, al
punto de que casi desde entonces nuestros carnavales se celebran en estas
fechas, no importa si se encuentran fuera de las carnestolendas y por lo común
ya dentro de la propia cuaresma, por lo menos la primera.
Roba la Gallina
También observamos en el carnaval
costumbres simpáticas, como la de Roba la Gallina, que consiste en
un personaje disfrazado (típicamente con busto y trasero abundante) que va por
los colmados y tarantines (establecimientos comerciales) pidiendo para sus pollitos,
que no son más que los jóvenes del pueblo que le siguen en alborozada
procesión.
El grupo anda en ruidoso jolgorio
cantando estribillos repetitivos como:
Los dueños de los establecimientos
entregan dinero o dulces a la gallina, quien a su vez los lanza hacia atrás a
sus seguidores, los cuales reciben en animada algarabía.
Se dice que el personaje Roba la
Gallina viene del pasado cuando a quien se encontrase robando gallinas se le
untaría brea y se le haría pasear por el pueblo cubierto de plumas de gallina.
Los Diablos Cojuelos
Los Diablos Cojuelos andan sueltos
por las calles atemorizando a la población y azotando las personas con sus
vejigas y fuetes o látigos.
El Diablo Cojuelo era un demonio
travieso y juguetón que colmó la paciencia del mismo diablo y éste lo arrojó a
la tierra, lastimándose una pierna al caer, quedando cojo o "cojuelo".
Su disfraz ridiculiza el de
caballeros medievales con capa y pantalones anchos de colores vivos y máscara
representando un animal o rostro horrible y espantoso.
Se me Muere Rebeca
Representa a una madre desesperada
que quiere llevar a su hija que se encuentra gravemente enferma. Va gritando
todo el camino, de pronto se para, enseña a la hija (en representación una
muñeca), mientras un coro le va respondiendo.
Se para en los colmados pide
golosinas para la hija enferma, pero realmente las reparte entre los niños, que
la siguen con insistencia.
Califé
Es un poeta criticón, que en versos,
va criticando en forma jocosa a todos los personajes de la vida política,
social y cultural; es seguido por un coro y esta vestido de frac negro,
camisa blanca y un gran sombrero negro.
Los Africanos
Personajes pintados de negro, con
carbón y aceite quemado de carro, van grupos de hombres y mujeres, imitando a
negros esclavos, bailando por las calles como parte del carnaval.
Los Indios
También salen comparsas de niños y
niñas, así como de personas adultas, imitando a los antiguos habitantes de la
isla, con plumas arcos y lanzas, con todo el cuerpo pinto, llmandolos
"Indios".
De una de esta comparsas se originó
una representación teatral con un drama, que expresa la relación de los
españoles con los indigenas, que constituye la muestra mas importante del
teatro del carnaval.
La comparsa con más tradición que aún
representa este drama se llama "La comparsa de San Carlos",
localizada en un popular barrio de Santo Domingo.
La Muerte
Es la representación de una calavera,
con todo y mascara, en la ciudad de Santo Domingo, acompañaba tradicionalmente
a los Diablos y recibe tradicionalmente el nombre de "La muerte en
Jeep".
Nicolás Den Den
Nicolas Den Denes un oso, que apesar
que va amarrado a una cadena que manipula un hombre , que representa a un
domador, va bailando y haciendo reir a los niños y niñas que asisten al
carnaval en santiago.
En Montecristi, le llaman el Oso
Nicolás.
Los monos de Simonico
Son tradicionalmente "Los monos
de Somonico". Consiste en una comparsa disfrazados de estos animales con
un traje hecho en flecos. Son oriundos de Villa Duarte, un sector popular
de Santo Domingo.
Los Pirulíes
Son niños disfrazados
de"indios"con una falda hecha con flecos de coco, que van bailando en
las calles de Cabral Baraona.
Los Alí Babá
Son comparsas con motivaciones
orientales, cuya caracteristica principal es una sincronizada coreografía , van
bailando con todo el cuerpo al ritmo básico que le dan los redoblantes y
bombos dentro de una marcada influencia de los
"Cocolos"de San Pedro de Macorís a nivel musical y las aportaciones
en la danza correspondiente a Luis Alberto Torres Chacón.
Los Platanuses
Son unos personajes de carnaval de
Cotuí que se cubren el cuerpo con hojas secas de plátano y se cubren la cara
con una mascara de Higuero. pintado en diferentes colores.
Las Marimantas
En Yerba Buena, una comunidad rural a
cinco Kilometros de Hato Mayor, salen las marimantas, personajes carnavalescos
cuyo cuerpo está cubierto de ramas verdes de árboles, con una máscara de cuero
de vaca, cubierta la cabeza con un caparazón que le sirve de guarida al
comején.
El Doctor
Pintados de carbón y varios colores,
con unos espejuelos de cáscara de naranja con alambres y con un maletín, va
queriendo el Doctor curar a todo el mundo, especialmente a las mujeres.
Los Trasvestis
Es uno de los personajes más comunes,
pícaros y alegres que tiene el carnaval, donde los hombres se visten de mujer y
van divirtiendo a todos los asistentes al carnaval.
El Papelón
Al grito de "A que no me quemas
el Papelón!", un hombre disfrazado de mujer va provocando con su trasero,
mientras otro personaje trata de quemárselos, haciéndolo con extraordinaria
gracia que todo el mundo provoca risa.
Los Galleros
Dos campesinos, con sus gallos en
mano, deciden jugar gallos en plena vía pública y cuando están en
medio de la pelea llega un policía, desbarata el juego e intenta llevárselos
presos.
Se produce un dialogo lleno de
sátira, lo que se convierte en una divertida muestra de teatro carnavalesco.
Bailes de Disfraces
Con motivos de las fiestas de
carnaval son organizadas en los clubes sociales privados, centros nocturnos y
discotecas bailes de disfraces en los cuales se acostumbra premiar los atuendos
más originales y llamativos. Con motivos de las fiestas de carnaval son
organizadas en los clubes sociales privados, centros nocturnos y discotecas
bailes de disfraces en los cuales se acostumbra premiar los atuendos más
originales y llamativos. Con motivos de las fiestas de carnaval son organizadas
en los clubes sociales privados, centros nocturnos y discotecas bailes de
disfraces en los cuales se acostumbra premiar los atuendos más originales y
llamativos.
Los disfraces típicos para los bailes
populares y fiestas en las calles consisten en vistosos trajes de demonios
armados de fuetes o látigos y vejigas de res infladas para azotar con ellas a
los espectadores y otros participantes de las actividades.
Las Comparsas
Las comparsas son grupos de baile que
escojen un tema tradicionalmente festivo o alegórico a cosas típicas
dominicanas, organizando una presentación de música, baile y color que da vida
a los animados desfiles de carnaval y en los cuales se premia las comparsas
mejor preparadas y ejecutadas.
En los clubes sociales de
importancia, también existe una presentación y premiación paralela de
comparsas, conjuntamente con sus bailes de disfraces.
Durante meses los participantes de
las comparsas ensayan su número y los organizadores coordinan la preparación de
los atuendos, accesorios y escenarios (en los casos de las comparsas con
carrozas), involucrando una gran cantidad de personas en la preparación de los
eventos.
El Carnaval de la ciudad de Azua,
situada en el Sur-Oeste del país, es uno de los más antiguos entre nosotros, el
cual se celebraba, además del período de carnestolenda, para sus fiestas
patronales en honor a la virgen de las Mercedes.
Hoy en día se han incorporado
expresiones de Indios y otros personajes a nivel de fantasía.
Además de las festividades de Carnestolenda y las fiestas patronales, hay
carnaval en la celebración de la batalla del 19 de Marzo, mezclando con esto,
lo festivo con lo patriótico, común durante la colonia española.
Bonao, es una de las poblaciones más
antiguas de la isla que hoy compartimos con Haití, cuyo nombre honra a un
cacique indígena de la región.
A pesar de sus ricas minas, durante
años estuvo bajo la jerarquía socio-económica-jurídica-política de la ciudad de
la Vega. Lo mismo ocurrió, a pesar de sus individualidades, con el carnaval,
aunque la presencia de Petán, hermano del dictador Trujillo, promovió el
carnaval de la élite con desfiles y bailes privados, al mismo tiempo que
llevaban comparsas populares del carnaval de Santo Domingo.
A partir del 1990 se inicia un
proceso de cuestionamiento y transformación del carnaval de Bonao en la
búsqueda de su propia identidad, con la aparición de grupos carnavaleros, como
los Charamicos, Los Truenos, Los Caraduras, Los
Seis, de cuyos esfuerzos surgió el Comité Organizador del Carnaval de
Bonao, (COCABO).
El carnaval de Bonao es la fiesta más
importante de este pueblo, constituyendo uno de los más fascinantes, creativos,
organizados y rico de todo el país, definido ya con su propia individualidad e
identidad.
En Cabral, una pequeña población
situada en las cercanías de Barahona, como parte del Carnaval Cimarrón,
diferente al carnaval europeo de carnestolenda, encontraremos a las Cachúas,
nombre dado por la presencia de sus cachos, al final de la Semana
Santa.
Las Cachúas, con un mameluco coloreado y alas de murciélago, tienen una de las
máscaras más hermosas del país sin pintura, en base a papel multicolor de
vejiga y crepé, donde sobresale una enorme cabellera.
Sus celebraciones culminan el lunes
después de Semana Santa, con saludos, repicando sus fuetes y quemando un Judas
en el cementerio de Cabral.
Este carnaval, con la musicalidad de
sus fuetes y sus cabelleras, constituye la muestra más trascendente de su
cultura popular.
Aunque hubo una élite española,
explotadora de las ricas minas de oro de Cotuí, los sectores populares,
descendientes de negros congos africanos, terminaron adueñándose del carnaval,
convirtiéndolo en uno de los más ricos creadores y democráticos del país, donde
el pueblo es su principal protagonista.
Aunque habían personajes de carnaval,
como or ejemplo: El Muñeco, Los Tiznaos, comunes a
otros lugares del país, en él va a surgir una variedad muy particular.
Pero de todos ellos Los
Platanuses van a ser los más impactantes y hermosos, de los cuales
surgen Los Papeluses.
Con sus trajes de hojas de plátanos
secas y sus máscaras vegetales de higüeros, adornados indiscriminadamente de
comején y panales de avispas, el carnaval de Cotuí logra una hermosa dimensión
artística, cultural y antropológica, única en el país.
En la comunidad de La Joya,
en Guerra, al igual que en la de El Peje, La Joyita, El Cachón, La Baría,
Tierra Blanca y Copao, como expresión de un Carnaval Cimarrón, aparecen Los
Negros como los personajes principales, los sábados santos.
Tradicionalmente se colocan hojas de
plátanos en la parte inferior de su traje, hechos de desechos, con unas
máscaras de higüeros adornadas con algodón llenas de cadillos.
Al mismo tiempo que divierten, Los
Negros se convierten en los guardianes de la conducta de los niños
durante el año entero, en estas comunidades pobres, llenas de creatividad,
originalidad e identidad.
Para algunos investigadores, las
primeras manifestaciones de carnaval de la isla que hoy compatimos con Haití, y
de América, se realizaron en lo que es hoy las Ruinas de la Vega Vieja,
en Febrero de 1520, en ocasión de una visita de Don Fray Bartolomé de las
Casas.
Se tenia noticia que los habitantes
de la Vega Vieja se disfrazaban de moros y cristianos y
realizaban festejos que evolucionaron en las celebraciones actuales.
Durante años el carnaval vegano
mantuvo una expresión predominantemente españolizada, simbolizada en una
expresiva teatralización, el baile de las cintas y sus Diablos Cojuelos,
con trajes simples de color rojo, amarillo, verde y con sus máscaras
representativas del diablo medieval, andromorfo, mefistofélico, con sus
dos cachitos frontales clásicos, orejas grandes, boca abierta
y dientes al aire, la cual fue posteriormente criollizada con barbas de cuero
de chivo.
Cada domingo del mes de febrero en
horas de la tarde, los Diablos Cojuelos salen a la calle
armados de sus vejigas de toro, golpeando a todo el que ose bajar a la calle,
pero respetando a los que se mantienen en la acera o calzada.
El centro de la actividad es la calle
Padre Adolfo, pasando por el Parque de las Flores, donde los diablos azotan a
los transeúntes que los provocan o abandonan la calzada y donde se culmina con
un desfile de más de 80 grupos de comparsas.
Esta dimensión pintoresca, herencia
colonial, se transformará con la presencia afro, donde jugaron importante papel
migraciones cubanas y los pobladores de los barrios populares de la Vega.
Actualmente el carnaval vegano es el
evento cultural más importante de esta ciudad que lleva el nombre del fértil
valle que la sustenta y ha sido declarado Patrimonio Folklórico
Nacional por la Cámara de Diputados.
Montecristi tiene una hermosa
tradición de carnaval popular, muy singular y extraordinariamente simbólico,
expresado privilegiadamente enLos Toros como personaje central, que se dramatiza con sus enfrentamientos
con Los Civiles.
Estos consisten en un verdadero duelo
con fuetes (látigos), con los que se procura derribar al
oponente o atemorizarlo.
Los Toros tienen el rostro cubierto
con una máscara de lechón (cerdo) y usan vistosos trajes de colores, revestidos
en su interior con material para protegerlos de los azotes de sus contrarios.
Los Civiles en cambio, deben usar
pantalones cortos y ropa normal.
El ganador del encuentro es quien
soporta con mayor éxito los embates del contrario o quien consigue derribar a
su oponente.
Muchas otras tradiciones pintorescas
pueden observarse en la celebración del carnaval en Montecristi, como la
divertida Roba la Gallina, popular entre grandes y chicos.
Símbolos mágicos-religiosos de
purificaciones, de valor, de machismo, de relaciones, le dan identidad al
carnaval de Montecristi.
Desde el final del siglo pasado, hay
informaciones sobre el carnaval en la ciudad de Puerto Plata, el cual se
enriquece con la llegada de grupos cubanos al principio del presente siglo.
A pesar de las transformaciones
socio-económicas, resultado de un desarrollo turístico que sobrepasó las
expectativas y previsiones, el auge de un carnaval en la búsqueda de identidad
se produce en los últimos diez años, por el esfuerzo y la capacidad creadora de
una generación de jóvenes inquietos.
El Diablo Cojuelo, como personaje
central se convierte en Taimacaro. Este personaje reproduce deidades tainas en sus máscaras, con un
hermoso traje, donde se simbolizan elementos de la cultura española y en cintas
multicolores las esencias africanas en sus brazos, que se complementan con los
caracoles del Atlántico como identidad del pueblo de Puerto Plata.
En Salcedo, la tierra bendita de las
Hermanas Mirabal, el personaje central de su carnaval es el Diablo
Cojuelo, el cual recibe el nombre deMacarao.
Estos tienen un traje increiblemente
vistoso, en base a los hermosos contrastes multicolores que da el papel crepé,
los cuales van acompañados por una gran variedad de máscaras, las que
simbolizan y representan animales, como es el caso de los elefantes, por
ejemplo.
Este carnaval es rico no solamente en
símbolos, sino también en tradiciones. El último día de carnaval, al este
finalizar, el pueblo, que hasta entonces les temía y respetaba, se abalanzan
sobre los Mascaros y les arrancan todos los papeles de adornos, en un acto
simbólico de purificación, a fin de obligarlos a confeccionar el próximo año un
nuevo traje, dejando las calles llenas de un arcoiris radiante que se lleva el
viento.
El rasgo más característico del
carnaval macorisano es la presencia de los Guloyas, diablos
vestidos con trajes de llamativos colores, adornados con espejos pequeños y
capa amarilla y roja. Con sus vejigas de toro y fuetes, bailan al compás de la
flauta, el cencerro y la tambora.
En 1795 ya habían carnavales para las
fiestas patronales, en honor a San Santiago, para Corpus Christi y para la
carnestolenda (tres días antes del miércoles de ceniza), en la ciudad de
Santiago de los Caballeros, cuyas manifestaciones provenían desde los días de
la colonia española.
Al igual que en la ciudad de Santo
Domingo, inicialmente el carnaval se dividía en función de la estratificación
social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en
clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los
barrios populares, particularmente en La Joya y los Pepines,
de donde surgirán los Lechones y Los Pepines de la ciudad disfrazados con coloridos trajes atacándose
mutuamente, siguiendo una larga tradición de vieja rivalidad entre ellos.
Los Lechones usan máscaras que se asemejan
cerdos, mientras que los Pepines usan máscaras con cuernos puntiagudos.
Como expresión marginal, en relación
con la cultura dominante, los moradores de los barrios populares, realizan un
Carnaval Cimarrón, en San Juan de Maguana, en el Sur-Oeste del país, lleno de
creación y originalidad.
Aparecen personajes únicos,
como Cocoricamo, reportado por Don Fernando Ortíz, en el carnaval de la Habana, Cuba, a
principios de siglo, compuesto básicamente por una cabeza de caballo y las Tifuas, con un vestuario elaborado con
desechos de su medio y una impresionante máscara, la cual tiene el mayor
contenido Afro-Simbólico del país.
Hoy, manteniendo las líneas básicas
originales de esta dimensión se enriquece este carnaval con las máscaras de
José Manuel Jiménez (El Super), llenas de colorido y originalidad.
De acuerdo con la documentación
existente, antes de 1520 ya había carnaval en la ciudad de Santo Domingo,
Primada de América, declarada por la UNESCO, como Patrimonio Cultural
de la Humanidad.
Si bien los carnavales de Santiago y
La Vega son los más importantes en cuanto a tradición y popularidad, el
carnaval de Santo Domingo es el centro de las actividades oficiales,
iniciándose con el acto aislado (unos días antes del verdadero inicio del
carnaval) de la coronación del Rey Califé.
En pleno apogeo colonial se
celebraban los carnavales de carnestolenda, pero también como culminación de
grandes acontecimientos y festividades religiosas, en honor a San Juan
Bautista, Las Mercedes, San Miguel, San Carlos, Corpus Christi, entre otros.
El carnaval se transforma a partir
del presente siglo, sobre todo a mediados, con los cambios
socio-económicos-políticos-urbanos de la ciudad, donde el pueblo surgirá como
un protagonista fundamental.
Mientras en la calle el Conde y los
clubes privados se va a expresar el carnaval de las élites europeizadas, el
Parque Enriquillo va a convertirse en el centro del carnaval popular, de donde
van a surgir una rica cantidad de personajes, como:
El área principal de celebración es
la amplia avenida George Washington, a orillas del Mar Caribe, en el
denominado malecón.
Allí se acondicionan plazas para
numerosos eventos y la zona se convierte en una enorme fiesta que se prolonga
por varios días (típicamente el fin de semana más cercano al 27 de febrero).
Concluye con un gran desfile por el
malecón de carrozas y comparsas de colores llamativos al ritmo de merengue,
deslumbrando a los espectadores y contagiándolos con su baile.
Hoy en día, hay carnavales para
Febrero y para Agosto, manteniendo así una tradición cultural-artística-social.
Las principales comidas dominicanas son locrio, moro y asopao. Todas elaboradas a base de arroz. Además se destacan los platos de víveres y carnes, como el sancocho. Los granos, como la habichuela, los guandules y otros complementan la dieta diaria; ya sea mezclados con arroz o en salsas.
Si la comida sirve para describir los pueblos, puede afirmarse que los dominicanos son creativos por naturaleza y necesidad. Elementos nativos se conjugaron con los de las culturas africana y europea para preparar las mezclas más exquisitas.
Según María Ramírez de Carías en su libro La Cocina Dominicana, la dieta diaria está compuesta a base de arroz.
La cocción del arroz está clasificada en tres categorías básicas: locrio, moro y asopao.
El locrio consiste en arroz cocinado con pollo, carne de res, pescado, salchichas o mariscos y algunas veces cocido en leche de coco.
El moro es una mezcla de legumbres, vegetales o granos y en ocasiones también se le agrega leche de coco.
Mientras que el asopao se prepara de forma parecida al locrio, pero tiene una consistencia espesa y se le suele agregar cerveza. Además de servir para calmar el hambre del mediodía, es ideal para reuniones de amigos y familiares.
Los granos complementan esta dieta. Se cocinan cremas de guandules y habichuelas para acompañar el arroz blanco. El arroz blanco se elabora con agua, aceite y sal. Las carnes completan por lo general el manjar más común en esta media isla; arroz, habichuela y carne, a este plato también se le conoce como "la bandera dominicana", y se consume al mediodía.
Los víveres, como la yuca, el plátano y el ñame también ocupan un lugar importante en los hábitos alimenticios y regularmente se sirven en la cena, sancochados y acompañados de huevos o embutidos.
Pero, con los víveres también se preparan platos para el almuerzo o destinados a ocasiones especiales.
El rey de estas comidas es el sancocho. El sancocho se preparada a base de carnes, maíz, yuca, plátano y otros elementos. Se utiliza regularmente cuando hay encuentros familiares u otro tipo de celebraciones. El sancocho se sirve acompañado de arroz blanco y aguacate.
Su preparación es una excelente excusa para armar un "can", como se conoce en buen dominicano a un buen encuentro entre amigos. Dicen que si se acompaña de unos tragos, en una madrugada lluviosa sabe mucho mejor y hasta invita al romance.
Hay además, una gran variedad de comidas adicionales, utilizadas para merendar y en actividades sociales, especialmente las frituras y los dulces.
Entre las frituras, el frito
elaborado a base de plátano verde es el rey, pero también se elaboran delicias
de harina.
Sazones y Utensilios. Entre los condimentos más utilizados en la cocina dominicana se encuentran el ajo, ají, pimienta, las verduras, como el puerro, que es el tallo de la cebolla, la cebolla misma, y otras verduras.
El ajo y los demás sazones suelen molerse en un mortero o pilón, para posteriormente agregarlas a las comidas. El pilón es una vasija de madera acompañada de un palo en el mismo material, llamado mano de pilón.
Otro utensilio básico en la dieta de los dominicanos es la cuchara de madera. Este instrumento se utiliza para mover los dulces.
Los dulces. En el país se elaboran dulces a base de coco, leche y frutas como la guayaba o la cereza.
El municipio de Baní en la provincia Peravia, es el lugar más famoso en la elaboración de dulces, aunque los mismos se pueden encontrar en distintas variedades en todo el país, incluyendo Santo Domingo.
Baní, se encuentra en el Sur Central a menos de 50 kilómetros de Santo Domingo. Existe un puesto de ventas al inicio del pueblo, en la carretera principal que lo une con la capital llamado Las Marías donde se pueden encontrar muchas variedades. El dulce de higo es recomendado de forma especial.
EL ORIGEN. Dice el político dominicano Hugo Tolentino Dipp, en el prólogo del libro La Cocina Dominicana de la autora María Ramírez de Carias que la cocina criolla se desarrolló entre los siglos XVI al XIX, cuando la parte Este de la isla fue abandonda por España y hubo que "echar mano" a cuanto elemento hubiera disponible para no morir de inanición.
La escasez de un elemento europeo fue sustituido por un nativo. Las cocineras esclavas negras procuraron preparar platos exquisitos para el amo blanco con los elementos que tenían disponibles.
Las pocas especias que llegaban del Viejo Mundo, traídos en los barcos negreros se mezclaron con los vegetales y rubros nativos, como la yuca, de la cual aún hoy se extrae el pan que originalmente usaban los taínos, el cazabe.
También se impuso el sabor africano con la incorporación del plátano, frutas como la sandía y otros elementos como la gallina de guinea.
La comida dominicana tuvo otras
influencias como la árabe, traída por los andaluces de España o la china, pero
todo se adaptó a las posibilidades y limitaciones que habían en la isla.
Donde encontrar las comidas. En Santo Domingo, usted puede encontrar platos típicos en restaurantes de primera categoría.
En la Canasta, un lugar ubicado en la avenida George Washington, frente al Mar Caribe, son especialistas en hacer mondongo cocido y sancocho. El mondongo se prepara con las vísceras de la vaca.
El Conuco es otro restaurant típico ubicado en la Casimiro de Moya 152 en Gazcue, un barrio al sur de la Capital. El plato especial de aquí es el sancocho, aunque también se puede hallar desde arroz, habichuelas y carnes, hasta moros, locrios y otras variedades.
Y si desea algo aún más popular, le recomendamos trasladarse a la Ciudad Oriental de Santo Domingo y visitar un buen restaurante debe darse una vuelta por la cafeteria La Bernia. La Bernia está ubicada en la calle Arzobispo Meriño esquina Navarrete en Los Minas.
La Bernia es famosa por sus cocidos, sancochos y sopas, que puede tomar después de un buen "can", pues trabajan hasta la madrugada.
La base de la religión dominicana es
el catolicismo. Sin embargo, como en todos los estratos de su cultura, el
dominicano no puede escapar al sincretismo que le caracteriza.
La religiosidad popular está conformada
por componentes católicos que se aúnan a elementos de la herencia religiosa
indígena y africana. Además hay templos católicos, adventistas, pentecostales,
evangélicos y de otras iglesias cristianas.
El culto a la Virgen tiene dos
manifestaciones primordiales: la de La Virgen de la Altagracia (celebrada el 21
de enero), quien es la patrona de todo el país, y la de la Virgen de las
Mercedes (24 de septiembre).
Ambos son días feriados y se celebran
con grandes procesiones en Higüey, donde está la Basílica de la Altagracia, y
en La Vega con la procesión hasta el Santo Cerro.
Todas estas expresiones conforman el
perfil cultural-religioso del pueblo dominicano.
La ropa de los bailarines puede
influir en la naturaleza de sus movimientos. Las bailarinas japonesas, por
ejemplo, se encuentran limitadas por la estrechez kimonos. Por otro lado,
algunos elementos del vestuario como las faldas amplias, los pañuelos o la
capas pueden ser manipulados por los bailarines como en la cuenca chilena. El
atractivo visual de una danza puede aumentar gracias al colorido de los trajes
típicos del país.
Se puede definir como folklore el
conjunto de tradiciones populares y costumbres relativas a la cultura y la
civilización de un país o región. Estos se manifiestan en diferentes aspectos,
en lo social, lo material y lo espiritual, dependiendo del hecho que se
represente.
La intención de este trabajo es
presentar algunos de los aspectos más relevantes del folklore de nuestro país,
ya que en estos se encierra el saber de un pueblo influenciado por una gran
cantidad de culturas a nivel mundial desde tiempos coloniales, que es el primer
punto que se trata en este trabajo, ya que no se puede estudiar la cultura y el
folklore de una nación sin conocer su origen y su evolución a traves del
tiempo. Luego tratamos acerca de los bailes y danzas folkloricas, que en
nuestro pais son muy importantes.
Se puede observar la profundidad con
que es tratado el tema del carnaval, ya que este es considerado la máxima
expresión del folklore de un pueblo, porque recoge su historia desde los mas
remotos origenes y reune a sus diferentes clases sociales.
Ademas de estos temas se encuentra
nuestra gastronomía, caracterizada por el sancocho y la bandera nacional
(arroz, habichuela y carne), tambien estan las tradiciones religiosas entre las
cuales el culto a la virgen es la mas practicada.
Espero que este trabajo sea de su
agrado y que la información que contiene sirva para afianzar sus conocimientos
en el tema como me ha ocurrido a mí.
Al realizar este trabajo he podido
aprende diferentes formas de nuestro folklore que aun no conocia, como es el
caso de nuestro origen étnico y cultural y parte de nuestras danzas
folkloricas, por eso puedo afirmar que ahora tengo muchos mas conocimientos
sobre nuestro pueblo.
En conclusión puedo decir que el
folklore es en si la indentidad de un pais, ya que este contiene todas sus
tradiciones, creencias y formas de actuar. Este abarca su musica, bailes,
comidas, festividades y religión. Tambien es importante decir que nuestro
folklore es considerado como uno de los mas creativos debido a su colorido y
bellas representaciones. Espero que le haya gustado.
-“Notas de la cultura dominicana”,
por Marcio Veloz Maggiolo
-Dominicana.com
-Folleto sobre el folklore
-Carnaval.com
-El folklore - Secretaría de Estado
de Turismo
-Dominicana.com
-Rincondominicano.com
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